Convicciones y liderazgo

Podemos definir convicción como convencimiento, idea u opinión religiosa, ética, o política a la que uno está fuertemente adherido.

Si bien a diario nos encontramos con quienes parecen no tener convicciones, en todo ser humano existe una conciencia, elemental y básica, que le permite distinguir entre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer.

Así, tenga o no condiciones para hacerlo, quien ejerce un liderazgo no debería carecer de un mínimo de convicciones, aunque sean débiles, a las cuales adhiere. Y contando con ellas, no puede no tener el valor y la firmeza para sostenerlas y demostrar la coherencia entre lo que piensa, dice y hace.

Ningún líder puede eximirse de esa responsabilidad sin caer en el riesgo de transformarse en una nave sin timón, expuesta funcionalmente a los vientos que soplan más fuerte, que no siempre son los mejores vientos, ni tampoco llevan a buenos puertos.

Sin pretender entrar en disquisiciones filosóficas, podríamos hablar entonces de una ética de la intención, una ética del discurso y una ética de la acción, que siempre deberían coincidir. Volvemos así a la coherencia indispensable a la que hacíamos referencia, y todo concluye en una ética de la responsabilidad.

Nadie puede ser digno de ejercer un liderazgo cuando los resultados no resisten un planteo ético y contradicen, o van en contra de lo que se dice e incluso de lo que está expresamente normado. No alcanza con predicar una ética de principios. Se termina cayendo en una concepción política orientada fundamentalmente a los resultados y totalmente desconectada de una moral personal e institucional.

Por todo ello resulta sumamente imprescindible, si no queremos que nuestra organización quede vacía de contenido y comience a decrecer, o peor aun, tenga un crecimiento que no coincida con su espíritu fundacional, resucitar la Prueba Cuádruple, código de ética adoptado por Rotary International en 1943, y revalorizar su significado y aplicación:

De lo que se piensa, se dice o se hace

1º ¿Es la verdad?
2º ¿Es equitativo para todos los interesados?
3º ¿Creará buena voluntad y mejores amistades?
4º ¿Será beneficioso para todos los interesados?

“Por sus frutos los conoceréis...”


Diego F. Esmoriz
Director Editor