Antes de ir ayer al trabajo, subí jadeando y transpirando varios pisos hasta mi departamento sólo para enterarme de que junto con el corte del suministro eléctrico... ¡se había quemado la bomba de agua del edificio!
Lógicamente, hay que ser el Dalai Lama para que el calor agobiante, los cortes de tránsito ¡de varios días!, los piquetes, los servicios que no funcionan, la grabación que nos repite una y otra vez que todas las líneas telefónicas "están ocupadas" y otras "delicias" por el estilo (incluido el ya clásico "ungüento" para todo uso: "se cayó el sistema") con que nos obsequia este fin de año no nos predispongan a practicar el deporte que más nos atrae a los argentinos: regodearnos con nuestra supuesta incapacidad para casi todo...
Un académico norteamericano me dijo alguna vez: "Los argentinos son demasiado quejosos. Les iría mucho mejor si dejaran de quejarse".
Creo que tiene razón. Es sorprendente cómo dos personas que observan lo mismo pueden ver realidades diametralmente diferentes. Mientras en nuestras charlas de café nosotros hurgamos con morbo en nuestras incapacidades más ostensibles, muchos de los que nos miran desde el "mundo desarrollado" no son tan pesimistas. Perciben una comunidad desprolija, una vitalidad en plena construcción, injusta y brutal a veces, pero otras, inesperadamente solidaria, creativa, brillante. Por eso, para despedir este nuevo ciclo de doce meses que ya se esfuma para siempre en las brumas de la memoria les propongo un ejercicio esperanzador: reflejarnos en el espejo de "la mirada de los otros". Los que se asombran de que dos de los únicos seis físicos de la exclusiva Escuela de Ciencias Naturales del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton (donde trabajó Einstein) sean argentinos. De que seamos un país capaz de producir radiofármacos y centrales nucleares, clonar bovinos y equinos, producir satélites, cuyos graduados en ciencias sean "el sueño de cualquier profesor, porque son ingeniosos, inteligentes, rápidos para solucionar problemas y tienen «hambre de enfrentar grandes desafíos»", como dijo un destacado investigador europeo.
¿Qué nos deparará el nuevo año? Como siempre... ¡depende de nosotros!